viernes, 25 de octubre de 2013

Métodos de obtención de aceites esenciales



La destilación es el método más usado de obtención de aceites esenciales, pero hay varios

 - Destilación al vapor: Es el más frecuente. Se coloca el material vegetal sobre una rejilla por la que se hace pasar vapor de agua a 110ºC. Así, las plantas liberan una esencia en forma de vapor que pasa por un serpentín de refrigeración y se transforma en estado líquido; la esencia del vapor (que es el aceite esencial) suele ser más ligera que el agua, flotando y separándose fácilmente. También suele emplearse el sistema de hidrodifusión, que consiste en aplicar presión con un aspirador durante la destilación del vapor, con esto se consigue aligerar el proceso.

 - Filtración: Método algo más reciente. Sistema que no suele utilizarse mucho. Es parecido a la destilación , pero aquí el vapor se produce sobre el material vegetal para hacer que descienda y se filtre a través de éste. Después el vapor pasa por un tubo que atraviesa varios depósitos de temperaturas cada vez más frías, favoreciéndo su condensación. El producto que se obtiene es parecido al de la destilación. Ventaja de este sistema: obtención, en menos tiempo, de extractos de materiales duros y compactos, como por ejemplo la madera.

 - Enfleurage: Vocablo francés. Método con el que se obtiene la esencia de jazmín de gran calidad, puesto que esta planta tiene unas delicadas flores que se degradan y pierden frangancia si se utiliza el método de destilación. Este método consiste en esparcir los pétalos del jazmín sobre una grasa purificada que absorbe su esencia. Cada vez que los pétalos de jazmín pierden su color blanco original, se reemplazan por otros frescos. Este proceso se repite tantas veces como sea necesario hasta que la grasa alcance su nivel de saturación, esto ocurre al cabo de varias semanas. Cuando se han eliminado todos los pétalos utilizados, la grasa se disuelve en alcohol y se agita durante 24 horas para aislar el aceite esencial. A estos aceites se denominan pomadas.

 - Maceración: Si en casa se dispone de grandes cantidades de hierbas y plantas se puede realizar este tipo de extracciones de forma casera. El método consiste en llenar una tercera parte de un frasco de cristal limpio y esterilizado con flores o hierbas; el resto hay que completarlo con aceite denominado portador que ha de ser de buena calidad, ejemplo: almendra, pepitas de uva, etc. (el de almendras es el más común). Para que el aire no lo oxide y se eche a perder se cierra herméticamente el frasco y se guarda en un sitio oscuro y cálido durante el tiempo suficiente ( 21 días aprox.) para que la fragancia y otras propiedades de lo conservado pasen al aceite. Las flores o hierbas en conservación deben renovarse cuando adquiera una coloración oscura o marrón. Para mayor concentración se puede repetir el proceso varias veces (colar las flores o hierbas y echar la misma cantidad de éstas frescas en el líquido resultante del macerado anterior). Finalmente se filtra, y es en ese momento, cuando el extracto estará listo para usarse. Para que la esencia dure mucho tiempo han de seguirse los pasos recomendados anteriormente: frasco bien cerrado y en un lugar oscuro.

 - Extracción: Método usado para obtener esencias de mayor concentración. En unos recipientes herméticos se introducen unas bandejas perforadas sobre las que se colocan las flores. Uno de los extremos se conecta a un depósito disolvente y el otro, a un alambique. Se hace fluir el disolvente lentamente sobre las flores para que vaya emanando la esencia, ésta goteará sobre el alambique; el disolvente arrastra una sustancia semisólida que contiene las ceras naturales de las plantas y los aromas. Para eliminar la cera se agita la sustancia en alcohol y el resultado es un extracto de muy alta calidad.

 - Expresión: Método que mediante presión, consigue aceites esenciales de las pieles de los frutos. Previamente se quita la pulpa y se monda el fruto manualmente (con mucho cuidado). Después se exprime la corteza y se deja reposar el zumo o jugo obtenido para que sedimente, el aceite queda flotando en la superficie del líquido y así puede ser separado del resto con más facilidad.

martes, 15 de octubre de 2013

Avena



La avena es un cereal muy completo y beneficioso para el organismo, gracias a su aporte en hidratos de carbono, vitaminas y minerales. Y, además de favorecer nuestra salud, como podemos ver en muchos productos de belleza, es el ingrediente principal de algunos jabones, geles, cremas y lociones corporales. Esto es por la extrema hidratación y nutrición que ofrece a todo tipo de pieles, siendo especialmente buena para el tratamiento de pieles sensibles y atópicas.

Es un ingrediente natural que proporciona una poderosa acción limpiadora. Este es uno de sus mayores beneficios para la piel, pues absorbe toda la suciedad y residuos que se acumulan en los poros ofreciendo una limpieza profunda. Y lo más interesante es que cuida la estructura de la piel de forma natural y mantiene su pH gracias a las proteínas que contiene. Aprovecha estas propiedades adquiriendo un gel o jabón de avena y verás como tu piel te lo agradece. Además, gracias a los lípidos y substancias absorbentes de agua que la componen, la avena es excelente para evitar la deshidratación de la piel, pues la protege de las agresiones externas manteniendo su barrera protectora. La combinación de las dos propiedades anteriores consigue que sea una magnífica solución para eliminar células muertas e impurezas de la piel como espinillas, granos, barros y otras imperfecciones. Por ello, otro de los beneficios de la avena para la piel es que ayuda a disminuir y tratar los signos propios del acné, controlando también la producción de sebo y la formación de brillos tan sintomáticos de las pieles grasas.

Su acción calmante hace que también sea muy usada en caso de irritaciones en la piel y otras afecciones como eccemas, picazones, dermatitis, rosácea, urticarias o psoriasis. Ayuda a calmar y contrarrestar los daños ocasionados en la piel por estas condiciones.

Los baños de inmersión con avena son ideales para exfoliar, limpiar y nutrir la piel, sobre todo las más sensibles y resecas. Además son muy placenteros y relajantes. Para prepararlo, solo tienes que añadir en el agua de la bañera una taza de avena bien molida, aunque también puedes mezclarla previamente con un poco de leche para humectar la piel e hidratarla en profundidad.

Fuente: Uncomo